La empresa británica Firefly, la cual trabaja con biocombustibles,  hizo alianzas con la aerolínea Wizz Air de Hungría, para suministrarles toneladas de combustible a su aviación durante 15 años. 

Lo sorprendente de este combustible es que proviene de biosólidos, y aunque parezca algo repugnante, el director ejecutivo de la empresa afirma que es un recurso potencialmente asombroso. 

Aunque todavía la empresa está tramitando los permisos para que su innovador sistema pueda utilizarse para abastecer a los aviones, tienen previsto que para el año 2028 ya esto sea un hecho.

Mientras que la aerolínea húngara prevé que para el año 2030 al menos el 10 % de sus vuelos funcionen con dicho combustible (CAS).